Diseño de interiores

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Época Colonial

Antecedentes

Mucho tiempo después, ya consumada la conquista, grupos de españoles solicitaron permiso para fundar una población que luego se convertiría en villa: Huehuetoca. El Camino Real fue construido en 1835 y los primeros habitantes instalaron mesones para hospedar a los viajeros que iban hacia los yacimientos de oro y plata. El trabajo en las minas era pesado y los naturales eran obligados a laborar sin recibir comida ni agua; ellos mismos tenían que abastecerse. Los extranjeros podían prosperar con la compra de alimentos baratos y la venta de bebidas, maíz y frijol a precios elevados. Ya no necesitaron arriesgar su capital en las minas alejadas y peligrosas: era mejor poner una tienda de abarrotes y licores, que para los indígenas resultaba novedosa. Éstos, por su parte, trabajaban la tierra. En sus cultivos empleaban arados con aleación de fierro y yuntas aparejadas con cueros conseguidos en las tiendas de los españoles. La coa de madera fue sustituida por la de fierro y la pala de punta. Así era, en líneas generales, la vida de los habitantes del futuro Huehuetoca, que entre los siglos XIX y XX se elevó a la categoría de pueblo y, finalmente, a la de ayuntamiento. Diversos acontecimientos ocurrieron en el transcurso de los años, pero el cambio sustancial llegó hasta 1975, cuando la industria cobró impulso.

El comienzo

 El proceso de construcción de Huehuetoca tal como lo conocemos comenzó en el siglo XVI, con los profundos cambios en la realidad cotidiana que generó la violenta interacción entre los nativos y los europeos.  Desde 1521 la convivencia obligada hizo aparecer una nueva gama de posibilidades sociales y espirituales: es el tiempo de la evangelización masiva por parte de los franciscanos, el tiempo en que Huehuetoca es puesto (como parte de la encomienda de Cuautitlán en manos del conquistador Alonso de Ávila, uno de los capitanes más cercanos a Hernando Cortés. Bajo la encomienda los indígenas debían trabajar para sustentar al encomendero y a sí mismos; a cambio éste les debía brindar protección y doctrina cristiana, a través de un sacerdote pagado a su costa, llamado “doctrinero”. En los hechos, aunque el titular era Alonso de Ávila, quien se servía de la encomienda era su hermano, Gil González de Benavides, ante la ausencia de aquél; tras la muerte de Benavides (en fecha incierta entre 1537 y 1545), su hijo, Alonso de Ávila Alvarado, le sucedió en la posesión y la mantuvo hasta 1565, cuando fue ajusticiado por participar en la conspiración que Martín Cortés (el hijo mestizo que Hernando Cortés tuvo con Marina, llamada Malintzin) dirigió contra la corona castellana. Desde entonces los destinos de Huehuetoca quedaron bajo la jurisdicción del rey, a través de sus funcionarios en Nueva España, con lo cual el pueblo tuvo párroco nombrado y en lo político dependió de la alcaldía mayor de Cuautitlán.  En cuanto a la administración eclesiástica, una de las mayores herencias culturales castellanas es la religión cristiana, que en Huehuetoca tuvo un papel de primer orden. De hecho, resulta curioso que el pueblo no haya sido atendido por el clero regular (frailes), aun cuando había conventos franciscanos relativamente cercanos en Tultitlán, Cuautitlán, Tepeji del Río y Tula; en cambio, el partido eclesiástico siempre fue administrado por el clero secular. Frailes como Melchor López de Ávalos, cura de Huehuetoca (1569) inicia la evangelización en la región, en un lapso relativamente corto se reconoce la primera capilla en Santa María Nativitas, San Bartolomé, San Miguel de los Jagüeyes y Tlatepoxco El pueblo de la segunda mitad del siglo XVI comprendía una división territorial bastante divergente de la que conocemos en el presente; de esta época datan los barrios más antiguos, con los nombres que los conocemos y algunos otros que no han sobrevivido: Santiago Tlaltepoxco, San Miguel de los Jagüeyes, Santa María Nativitas, Tlachco, Atempan, Huitznahuac, Atlauhco, Calmecatepotzco, Colhuacapan y otros.   " De acuerdo con López de Velazco para el año de 1570 el pueblo de Huehuetoca fue reconocido como doctrina teniendo 4800 tributarios y un clérigo, esto conllevo a ejercer su propia administración y evidenciándose en el archivo de la parroquia de San Pablo Apóstol (1590)" 

El camino Real a la Ciudad de los Palacios 

Consumada la conquista, el descubrimiento de riquezas y la explotación de las tierras aumentaron el trabajo y el comercio, por lo que hacía 1531 fue evidente la necesidad de abrir caminos que conectaran al país, fueran seguros y transitables para bestias de carga y carros, y sustituyeran el sistema de veredas que antes empleaban los indígenas para llevar sus tributos a Tenochtitlán. Así comenzó la construcción del Camino Real, que permitió el desarrollo de Huehuetoca, y de otras vías de comunicación. Ya instalado el virreinato, grupos reducidos de chichimecas se dedicaron a asaltar las haciendas. Eran de baja estatura y sin religión definida; estaban acostumbrados a las caminatas largas y a soportar las inclemencias de la naturaleza; eran diestros en el arco y la flecha, pues su supervivencia dependía de ello. Pasaban su existencia en guerra constante por el dominio de territorios ricos en frutas y animales. No tardaron en emprender incursiones en los pueblos para robar mujeres jóvenes y diversos productos. Ante el azote de los chichimecas, en la hacienda de Xalpa, sobre la que se abundará más adelante, se formó un grupo de defensa que los fue desplazando de Huehuetoca. Las autoridades virreinales recibían muchas peticiones para abrir estancias de ganado mayor y menor, por lo que repartieron tierras al norte de Huehuetoca. Los primeros estancieros se encontraron sin mano de obra, así que llevaron mestizos, negros de Veracruz e indígenas de Tlaxcala y el Valle de México. Al ser descubiertas las vetas de plata de Zacatecas se incrementó el aluvión de personas que pasaban por Huehuetoca y fue necesario ampliar el Camino Real, que ya llegaba hasta Querétaro. Los estancieros y mineros quisieron aprovechar la mano de obra de los chichimecas, pues tlaxcaltecas y negros les resultaban caros. Comenzaron a capturarlo s atacando sorpresivamente sus campamentos; los persiguieron, les quitaron a sus mujeres e hijos, les impidieron la recolección de vegetales y les ahuyentaron la caza. Los chichimecas se defendieron mediante la guerra de guerrillas: dañaban la retaguardia de los carruajes y huían, robaban y asesinaban. Al ver en peligro sus posesiones, las autoridades virreinales implementaron tres medidas: patrullas de soldados, construcción de fortalezas y creación de poblaciones estratégicamente situadas. Así se fundó la villa de Huehuetoca, desde la que eran vigiladas las grandes extensiones de tierra que poseía la hacienda de Xalpa. Huehuetoca se pobló con estancieros españoles, mestizos, negros, mulatos y unos cuantos chichimecas que gustaron de la vida española. En el siglo XVI la villa de Huehuetoca creció por el desplazamiento de personas hacia las minas de Zacatecas y Guanajuato, por el paso de los convoyes con minerales para la capital y por la permanencia de una población protectora de las vidas y haciendas, en este caso Xalpa. Tal desarrollo demandó un aumento en los productos alimenticios, con lo que se impulsó la agricultura y se proyectaron obras de irrigación, como el acueducto de Xalpa, que hizo llegar el agua desde el río del Oro, en Villa del Carbón. Huehuetoca tuvo que producir útiles como asnos, cueros crudos para guardar pulque, mulas, caballos, arneses y artesanías utilitarias como herrería, clavos, herrajes y herramientas. El complejo económico resultó autosuficiente y fue punto de abastecimiento para los viajeros, con lo que el comercio alcanzó su pleno desarrollo en el siglo XVIII.


De la Arquitectura a las Haciendas

Una relevancia especial tuvo esta población, al norte de la ciudad de México cuando, en tiempos del virrey Luis de Velasco hijo, pues por allí se localizaba el llamado Tajo de Nochistongo.

"Gran importancia tuvo Huehuetoca durante la época colonial. El enorme interés que las autoridades pusieron en estos trabajos los motivaban para realizar frecuentes visitas o "vistas de ojos" para supervisar su desarrollo, por lo que era necesario algún inmueble para alojarlos y permitirles descansar del largo y cansado viaje a caballo desde la ciudad de México. Esto propició la construcción de tres residencias temporales: una en San Cristóbal Ecatepec, otra en el páramo denominado la Guiñada, localizada en la parte central del tajo, y una tercera en el mismo pueblo de Huehuetoca llamado comunmente en la actualidad: La Casa de los Virreyes. En la lista de visitantes distinguidos podemos observar que a esta casa llegaron personalidades muy diversas, desde el virrey Luis de Velasco II "casi todos sus sucesores tomaron vivísimo interés en la obra", por lo que las visitas fueron muy frecuentes, pero además llegó multitud de arzobispos, oidores, fiscales del rey, jueces, maestros mayores de arquitectura, ingenieros, militares, escribanos, en fin, verdaderas personalidades de gran peso en el gobierno virreinal".

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Casa de los Virreyes

 

En 1742 los arquitectos Lorenzo y Antonio Rodríguez fueron comisionados para construir una casa para alojar a los virreyes durante sus visitas. El edificio quedó ubicado en el lado oriente del Camino Real, a 100 metros del río Cuautitlán, donde solía hacerse el desembarco. La fachada de la llamada Casa de los Virreyes consta de nueve arcos de medio punto, labrados sobre columnas formadas por dos o tres tramos de cantera bien cortada, capaces de resistir una carga estimada de 30 toneladas, rematadas con dos torrecillas en las esquinas norte y sur. La entrada principal consta de un zaguán, a cuyos lados se encuentran cuatro ventanales decorados con rejas de hierro forjado. En los siglos XVII y XVIII, la Casa de los Virreyes fue ampliada hasta que ocupó una manzana completa. Una vez concluida la residencia, cada virrey en turno adquirió la costumbre de ir a la obra los fines de semana, cobrando los consabidos tres mil pesos en cada ocasión. En 1749 el ingeniero militar Ildefonso de Iniesta Bejarano fue nombrado maestro de las obras del drenaje real de Huehuetoca. El proyecto se volvió incosteable y cada vez se solicitaban más fondos para continuarlo. En 1975 conservaba su arquitectura original y se planteó convertirla en museo, pero los dueños se ampararon para impedirlo; no obstante, en 1977 las autoridades permitieron su modificación.